Suceso anecdótico de ayer...
No sé a qué hora de la madrugada una voz sumisa y humilde me despertó diciendo: "... pero yo estoy en la mitad de la cama..."
Para mi sorpresa y molestia, en una pesadilla, mi mamá me estaba estorbando (como suele antagonizar contra mí) y, en mi inconsciente pesadilla, yo luchaba contra ella, y tengo la impresión de que la empujaba, no la certeza de qué cosas dije ni hice, porque no dormí solo ni anduve plenamente consciente.
Al despertar de mi somnolienta querella, apercibido de las pocas palabras que me pareció oír, me sentí humillado y arrepentido y, tuve que corresponder con la humildad del caso:
"-¡Mi amor! No era contigo... Tenía una pesadilla con mi madre y, en sueños ella me estorbaba..."
Debió ser como las 3 de la madrugada. No había un ápice de claridad en mi mente, excepto el incómodo desvelo causado: Creí que en mis sueños no hablaba (pero descubro que hasta grito).
Al despertar a la hora del café (cualquier hora en que mi mamá decida levantarse a colar su bebida) la tuve cerca para referirle el raro suceso, y lo hice, sin mayor trascender.
En la noche, cuando la cuaimita regresó de su trabajo, no puede evitar preguntar su versión completa de lo que yo no sabía ni tenía una idea.
_¡Me pegaste! -dijo remolona- Yo tenía un brazo sobre la cara cuando lanzaste el izquierdazo que me despertó en sobresalto.
_¿Te golpié? -repliqué, como negando todo hecho de gritos o violencia.
_¡Claro que sí! -aseguró- De no haber estado así, me habrías golpeado en la cara y, al instante te hice ver que eras tú quien invadías mi espacio, porque yo estaba en la mitad de la cama...
_¡Con razón! -asentí- pero perdóname. Era una incómoda pesadilla.
No recuerdo en detalle la pesadilla. No tenía idea de mi violencia, pero sí de la molestia del estorbo.
Hace unos años, en otra rara pesadilla, le lancé un coñazo a un carajo que intentaba abusar sexualmente de un niño. Cuando desperté, el dolor en mi derecha me dejó ver que me había roto la uña del pulgar derecho...
¡Tendré que seguir durmiendo solo! 😉
Al despertar de mi somnolienta querella, apercibido de las pocas palabras que me pareció oír, me sentí humillado y arrepentido y, tuve que corresponder con la humildad del caso:
"-¡Mi amor! No era contigo... Tenía una pesadilla con mi madre y, en sueños ella me estorbaba..."
Debió ser como las 3 de la madrugada. No había un ápice de claridad en mi mente, excepto el incómodo desvelo causado: Creí que en mis sueños no hablaba (pero descubro que hasta grito).
Al despertar a la hora del café (cualquier hora en que mi mamá decida levantarse a colar su bebida) la tuve cerca para referirle el raro suceso, y lo hice, sin mayor trascender.
En la noche, cuando la cuaimita regresó de su trabajo, no puede evitar preguntar su versión completa de lo que yo no sabía ni tenía una idea.
_¡Me pegaste! -dijo remolona- Yo tenía un brazo sobre la cara cuando lanzaste el izquierdazo que me despertó en sobresalto.
_¿Te golpié? -repliqué, como negando todo hecho de gritos o violencia.
_¡Claro que sí! -aseguró- De no haber estado así, me habrías golpeado en la cara y, al instante te hice ver que eras tú quien invadías mi espacio, porque yo estaba en la mitad de la cama...
_¡Con razón! -asentí- pero perdóname. Era una incómoda pesadilla.
No recuerdo en detalle la pesadilla. No tenía idea de mi violencia, pero sí de la molestia del estorbo.
Hace unos años, en otra rara pesadilla, le lancé un coñazo a un carajo que intentaba abusar sexualmente de un niño. Cuando desperté, el dolor en mi derecha me dejó ver que me había roto la uña del pulgar derecho...
¡Tendré que seguir durmiendo solo! 😉
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